
Sonia Collin, una de las principales químicas de cerveza del mundo, ha pasado toda su vida probando recetas y asesorando a productores de todo tipo, desde cerveceras pequeñas hasta gigantes como Anheuser-Busch InBev NV.
Ahora, en un laboratorio de Bélgica, un centro de producción cervecera donde los monjes trapenses han fermentado complejas cervezas durante siglos, Collin busca el Santo Grial de la bebida: cervezas artesanales que mantengan su sabor el tiempo suficiente para poder ser enviadas, almacenadas y vendidas en todo el mundo sin riesgo de estropearse.
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