
Si es una de esas personas que parece atraer como un imán a los mosquitos vaya donde vaya, tal vez sea porque no está lo suficientemente estresado.
Los insectos tienen un sentido del olfato muy desarrollado que los dirige hacia sus víctimas. Para los investigadores que trataron de descubrir qué es lo que repele o atrae a estos insectos, mediante el análisis de 300 a 400 olores químicos distintos que produce el cuerpo humano, la tarea resultó ser una misión abrumadora.
Ahora, científicos de Rothamsted; Research, en el Reino Unido, están haciendo progresos en su intento por comprender por qué algunas personas acaban con decenas de picaduras tras una agradable cena en el jardín, mientras otras permanecen totalmente indemnes. Los investigadores han identificado varios olores corporales —algunos de los cuales podrían estar relacionados con el estrés— que están presentes en mayores concentraciones en la gente a la que los mosquitos suelen dejar en paz. Si lograsen sintetizar esos químicos específicos, el resultado podría funcionar como un repelente natural de mosquitos más efectivo y seguro que los productos actualmente disponibles.
"Los mosquitos vuelan a través de una sopa aérea de químicos, pero pueden identificar aquellos que les atraen a los humanos", explica James Logan, un científico de Rothamsted, una de las instituciones de investigación agrícola más antiguas del mundo. Pero cuando la combinación de olores humanos está desequilibrada, "los mosquitos no reconocen la señal como un potencial festín de sangre".
El fenómeno de que algunas personas sean más proclives a las picaduras de mosquitos que otras está ampliamente documentado. En los años 90, el químico Ulrich Bernier, ahora miembro del Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, empezó a buscar los "compuestos mágicos" que atraen a los mosquitos. Su trabajo demostró que los mosquitos se sienten atraídos por los humanos por una mezcla de químicos comunes, como el dióxido de carbono que sale de la piel y de las exhalaciones, y ácido láctico, presente en la piel, especialmente cuando hacemos ejercicio. Sin embargo, ninguno de los imanes químicos logró explicar por qué los mosquitos prefieren a algunas personas en comparación con otras.
Según Logan, de Rothamsted, la respuesta no está en los químicos atractivos. El científico y sus colegas observaron que todos los humanos producen químicos que les gustan a los mosquitos, pero aquellos que no suelen ser atacados tienen una mayor concentración de químicos que los repelen.
"Son los repelentes los que hacen la diferencia", dice Logan, que concentra su estudio en cómo los animales se comunican mediante el olfato.
Además de las molestas picaduras, los mosquitos causan cientos de millones de casos de enfermedad todos los años. En todo el mundo se registran cada año hasta 500 millones de casos de malaria y más de un millón de personas mueren como consecuencia de este mal, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. Los mosquitos también pueden diseminar el virus del dengue, la fiebre amarilla y otras enfermedades.
Logan no quiso hacer comentarios sobre los químicos naturales específicos que su equipo identificó como repelentes por cuestiones de propiedad intelectual. El científico asegura que sus hallazgos han sido patentados y que el grupo ahora está trabajando con una compañía comercial para desarrollar estos compuestos en un repelente de insectos que se pueda vender al público. Un asunto pendiente es cómo encontrar una fórmula para que el repelente químico perdure en la piel en vez de evaporarse rápidamente. La esperanza es colocar un producto en los estantes de las tiendas en uno o dos años, asevera.
Los insectos tienen un sentido del olfato muy desarrollado que los dirige hacia sus víctimas. Para los investigadores que trataron de descubrir qué es lo que repele o atrae a estos insectos, mediante el análisis de 300 a 400 olores químicos distintos que produce el cuerpo humano, la tarea resultó ser una misión abrumadora.
Ahora, científicos de Rothamsted; Research, en el Reino Unido, están haciendo progresos en su intento por comprender por qué algunas personas acaban con decenas de picaduras tras una agradable cena en el jardín, mientras otras permanecen totalmente indemnes. Los investigadores han identificado varios olores corporales —algunos de los cuales podrían estar relacionados con el estrés— que están presentes en mayores concentraciones en la gente a la que los mosquitos suelen dejar en paz. Si lograsen sintetizar esos químicos específicos, el resultado podría funcionar como un repelente natural de mosquitos más efectivo y seguro que los productos actualmente disponibles.
"Los mosquitos vuelan a través de una sopa aérea de químicos, pero pueden identificar aquellos que les atraen a los humanos", explica James Logan, un científico de Rothamsted, una de las instituciones de investigación agrícola más antiguas del mundo. Pero cuando la combinación de olores humanos está desequilibrada, "los mosquitos no reconocen la señal como un potencial festín de sangre".
El fenómeno de que algunas personas sean más proclives a las picaduras de mosquitos que otras está ampliamente documentado. En los años 90, el químico Ulrich Bernier, ahora miembro del Servicio de Investigación Agrícola del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, empezó a buscar los "compuestos mágicos" que atraen a los mosquitos. Su trabajo demostró que los mosquitos se sienten atraídos por los humanos por una mezcla de químicos comunes, como el dióxido de carbono que sale de la piel y de las exhalaciones, y ácido láctico, presente en la piel, especialmente cuando hacemos ejercicio. Sin embargo, ninguno de los imanes químicos logró explicar por qué los mosquitos prefieren a algunas personas en comparación con otras.
Según Logan, de Rothamsted, la respuesta no está en los químicos atractivos. El científico y sus colegas observaron que todos los humanos producen químicos que les gustan a los mosquitos, pero aquellos que no suelen ser atacados tienen una mayor concentración de químicos que los repelen.
"Son los repelentes los que hacen la diferencia", dice Logan, que concentra su estudio en cómo los animales se comunican mediante el olfato.
Además de las molestas picaduras, los mosquitos causan cientos de millones de casos de enfermedad todos los años. En todo el mundo se registran cada año hasta 500 millones de casos de malaria y más de un millón de personas mueren como consecuencia de este mal, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. Los mosquitos también pueden diseminar el virus del dengue, la fiebre amarilla y otras enfermedades.
Logan no quiso hacer comentarios sobre los químicos naturales específicos que su equipo identificó como repelentes por cuestiones de propiedad intelectual. El científico asegura que sus hallazgos han sido patentados y que el grupo ahora está trabajando con una compañía comercial para desarrollar estos compuestos en un repelente de insectos que se pueda vender al público. Un asunto pendiente es cómo encontrar una fórmula para que el repelente químico perdure en la piel en vez de evaporarse rápidamente. La esperanza es colocar un producto en los estantes de las tiendas en uno o dos años, asevera.

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