
Los inversionistas estadounidenses regresan hoy del feriado del Día del Trabajo con una gran preocupación: ¿seguirá adelante el gigantesco repunte accionario de los últimos seis meses?
Habitualmente, las jornadas posteriores al Día del Trabajo han servido para reflexionar y ajustar estrategias. La realidad es que a pesar de una avalancha de gratas sorpresas tanto en el frente económico como en el empresarial, que llevaron al Promedio Industrial Dow Jones un 44% al alza desde el 9 de marzo, los mercados bursátiles aún no están en terreno firme.
Mientras las buenas noticias sigan llegando, las ganancias pueden continuar. Sin embargo, mientras mejores son las noticias, más cuesta sorprender a los inversionistas y mayor es el riesgo de que algún acontecimiento decepcionante agüe la fiesta. "Las economías del mundo ya no están al borde del abismo y el crecimiento económico parece al alcance de la mano", escribió Gordon Fowler, director general de inversión de la firma de gestión de patrimonio Glenmede Trust, en un informe a sus clientes. No obstante, tanto las personas como el gobierno deben reducir su endeudamiento, lo que "tiene el potencial de descarrilar la tendencia alcista".
La buena noticia es que una serie de factores que hace seis meses parecían bombas a punto de explotar han mostrado una paulatina mejoría.
Las empresas consideradas demasiado grandes para quebrar, como los grandes bancos y fabricantes estadounidenses, gozan de mejor salud. La demanda y los precios de las viviendas pueden estar tocando fondo, al menos en algunas regiones de Estados Unidos. Las empresas siguen realizando despidos, aunque a un ritmo menor. Los indicadores líderes de la economía, como los permisos de construcción, los pedidos de maquinaria pesada y la actitud de los consumidores, que a menudo anticipan la dirección de la economía, han empezado a repuntar.
Neal Soss, economista jefe para EE.UU. del banco de inversión Credit Suisse, menciona la comparación que hizo el fallecido economista Milton Friedman entre la economía y una cuerda muy tensa: mientras más se estira la cuerda, mayor es la reacción en el sentido contrario. Soss opina que el vigor de la recuperación podría sorprender a los inversionistas. "Pensamos que el riesgo es que la economía, tras haber caído más hondo que en cualquier recesión después de la Gran Depresión, repunte con mayor fuerza de lo que se espera", escribió Soss en un reciente informe.
La Reserva Federal (Fed) sigue inyectando cientos de miles de millones de dólares al sistema financiero y el gobierno gasta otros miles de millones de dólares como parte de su plan de estímulo fiscal. Los analistas creen que buena parte de esos fondos han ido a parar al mercado bursátil y la llave sigue abierta.
Los pesimistas, en todo caso, tienen sus dudas. Muchos economistas, incluyendo los de la propia Fed, estiman que el crecimiento estadounidense será débil, en especial una vez que el impacto del estímulo fiscal se desvanezca. Algunos incluso temen una recaída en 2010.
Muchas pequeñas empresas aún tienen problemas para conseguir préstamos y muchos bancos regionales están en serios aprietos, señala Peter Morici, economista de la Universidad de Maryland. "El flujo de caja, el crédito y la quiebra podrían ser las palabras más populares de 2010 a medida que las empresas y los bancos más pequeños se declaren en bancarrota y la economía vuelva a caer en una recesión", afirma.
Una de las mayores preocupaciones en este sentido es la persistente debilidad del consumo en EE.UU. Aunque la deuda de los consumidores empezó a declinar como porcentaje de su ingreso disponible, sigue muy por encima de los niveles históricos.
En momentos en que el valor de los bienes raíces sigue deprimido, los bancos son renuentes a otorgar préstamos y las personas tratan de reducir el pago de intereses, cuesta imaginar que los consumidores no sigan recortando su deuda.
Habitualmente, las jornadas posteriores al Día del Trabajo han servido para reflexionar y ajustar estrategias. La realidad es que a pesar de una avalancha de gratas sorpresas tanto en el frente económico como en el empresarial, que llevaron al Promedio Industrial Dow Jones un 44% al alza desde el 9 de marzo, los mercados bursátiles aún no están en terreno firme.
Mientras las buenas noticias sigan llegando, las ganancias pueden continuar. Sin embargo, mientras mejores son las noticias, más cuesta sorprender a los inversionistas y mayor es el riesgo de que algún acontecimiento decepcionante agüe la fiesta. "Las economías del mundo ya no están al borde del abismo y el crecimiento económico parece al alcance de la mano", escribió Gordon Fowler, director general de inversión de la firma de gestión de patrimonio Glenmede Trust, en un informe a sus clientes. No obstante, tanto las personas como el gobierno deben reducir su endeudamiento, lo que "tiene el potencial de descarrilar la tendencia alcista".
La buena noticia es que una serie de factores que hace seis meses parecían bombas a punto de explotar han mostrado una paulatina mejoría.
Las empresas consideradas demasiado grandes para quebrar, como los grandes bancos y fabricantes estadounidenses, gozan de mejor salud. La demanda y los precios de las viviendas pueden estar tocando fondo, al menos en algunas regiones de Estados Unidos. Las empresas siguen realizando despidos, aunque a un ritmo menor. Los indicadores líderes de la economía, como los permisos de construcción, los pedidos de maquinaria pesada y la actitud de los consumidores, que a menudo anticipan la dirección de la economía, han empezado a repuntar.
Neal Soss, economista jefe para EE.UU. del banco de inversión Credit Suisse, menciona la comparación que hizo el fallecido economista Milton Friedman entre la economía y una cuerda muy tensa: mientras más se estira la cuerda, mayor es la reacción en el sentido contrario. Soss opina que el vigor de la recuperación podría sorprender a los inversionistas. "Pensamos que el riesgo es que la economía, tras haber caído más hondo que en cualquier recesión después de la Gran Depresión, repunte con mayor fuerza de lo que se espera", escribió Soss en un reciente informe.
La Reserva Federal (Fed) sigue inyectando cientos de miles de millones de dólares al sistema financiero y el gobierno gasta otros miles de millones de dólares como parte de su plan de estímulo fiscal. Los analistas creen que buena parte de esos fondos han ido a parar al mercado bursátil y la llave sigue abierta.
Los pesimistas, en todo caso, tienen sus dudas. Muchos economistas, incluyendo los de la propia Fed, estiman que el crecimiento estadounidense será débil, en especial una vez que el impacto del estímulo fiscal se desvanezca. Algunos incluso temen una recaída en 2010.
Muchas pequeñas empresas aún tienen problemas para conseguir préstamos y muchos bancos regionales están en serios aprietos, señala Peter Morici, economista de la Universidad de Maryland. "El flujo de caja, el crédito y la quiebra podrían ser las palabras más populares de 2010 a medida que las empresas y los bancos más pequeños se declaren en bancarrota y la economía vuelva a caer en una recesión", afirma.
Una de las mayores preocupaciones en este sentido es la persistente debilidad del consumo en EE.UU. Aunque la deuda de los consumidores empezó a declinar como porcentaje de su ingreso disponible, sigue muy por encima de los niveles históricos.
En momentos en que el valor de los bienes raíces sigue deprimido, los bancos son renuentes a otorgar préstamos y las personas tratan de reducir el pago de intereses, cuesta imaginar que los consumidores no sigan recortando su deuda.

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