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The mathematician of the Complutense University of Madrid, José-Vidal Ruiz Varela, argues that Europe must raise its borrowing limit, leaving its deflationary policy.
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Ciudad Juárez se vuelve el epicentro de la guerra contra el narcotráfico en México


CIUDAD JUÁREZ, México
Hace unas semanas, el capitán de la armada mexicana Ramón Velásquez debutó en Ciudad Juárez, el epicentro en la guerra de México contra los violentos carteles de droga.
Un hombre robusto con anteojos redondos, el capitán Velásquez lideró una patrulla de 10 hombres en medio del tráfico de mediodía en uno de los boulevards más importantes de la ciudad. De golpe, hombres armados con rifles automáticos abrieron fuego sobre un taxi detenido en un semáforo a unas tres cuadras de distancias, y mataron a dos hombres y una mujer.
El capitán Velásquez llegó al lugar de los asesinatos, donde los pistoleros ya habían desaparecido. Él y sus hombres les hicieron preguntas a los gritos a decenas de testigos oculares: ¿cuántos asesinos había allí?, ¿qué tipo de auto conducían? "Ni una persona dijo una palabra. Ni siquiera en dónde dirección se habían ido", afirma el capitán Velásquez, de 42 años. "Las ejecuciones aquí ocurren en cualquier momento, en cualquier lugar. Eso aterra a la población. No confían en nadie. Y no hablan".
Durante dos años, el centro de la sangrienta guerra contra el narcotráfico en México ha sido esta ciudad que se encuentra del otro lado del río de El Paso, en el estado estadounidense de Texas. Dos de las bandas más poderosas de México batallan por el control de la ciudad, una puerta de entradas para las drogas que ingresan a EE.UU. al igual que un mercado de drogas local que crece.
En respuesta, el presidente de México, Felipe Calderón, envió 7.000 soldados y 2.000 policías federales para contener la violencia, hasta ahora sin éxito. En 2008, 1.600 personas fueron asesinadas en golpes relacionados con las drogas. Este año, más de 2.500 murieron. Según algunas estimaciones, las aproximadamente 165 muertes cada 100.000 residentes en Juárez la convierten en la capital de los asesinatos del mundo. Eso se compara con 48 muertes violentas cada 100.000 residentes de Bagdad.
El caos en Ciudad Juárez tomó prisionero a la armada de México, la institución más respetada del país, en lo que podría ser una situación que no da posibilidades de victoria. Incluso cuando aumenta la violencia, ocurre lo mismo con las acusaciones de violaciones de los derechos humanos por parte de la armada. El fracaso para pacificar Ciudad Juárez dejó a la estrategia antidroga de Calderón —basada en gran medida en usar a los militares para recuperar el control del país de manos de los carteles del narcotráfico que han corrompido a la policía local y a los políticos— en una situación pública embarazosa.
"Los asesinos ganaron", afirma Bernardo García, el canoso dueño de una pequeña fábrica de tortillas. Su hermano Refugio, un vendedor de ropa, fue asesinado hace dos semanas cuando salía de una iglesia con su hija, por una banda narcotraficante que quería extorsionarlo. "Sólo Dios nos puede ayudar ahora", dice.
La guerra de Calderón contra las bandas narcotraficantes ha definido a su presidencia hasta ahora. Pocos meses después de su asunción en 2006, despachó la armada a estados donde la violencia relacionada con las drogas iba en alza, y llamó a poderosos carteles del narcotráfico una amenaza a la seguridad nacional. Tres años más tarde, unas 45.000 tropas —alrededor de un 25% de la armada— patrullan áreas que van desde Ciudad Juárez al estado natal de Calderón, Michoacán.
El político conservador obtuvo elogios en muchos lugares, incluido Washington, por enfrentarse sin medias tintas a las bandas de narcotraficantes. Calderón extraditó a decenas de traficantes con pedido de captura en EE.UU. La semana pasada, tropas navales de elite mataron a Arturo Beltrán Leyva, uno de los zares de la droga más poderosos de México, en una batalla de cuatro horas en un complejo de condominios de lujo en la ciudad de veraneo de Cuernavaca.
Pero en la cansada Juárez, lo culpan de haber ido a la guerra sin una estrategia extensa para la victoria. Desde que envió tropas a Ciudad Juárez por primera vez en marzo de 2008, Calderón sólo realizó dos cortas visitas a la ciudad. No ha hablado con los residentes sobre la violencia que consume la ciudad. "Se queda dos horas y se va", indica Daniel Murgía, presidente de la Cámara de Comercio local. "Dejaron a Ciudad Juárez totalmente sola. Hay una ausencia total de autoridad".
Murgía y otros líderes empresariales el mes pasado pidieron que Naciones Unidas enviara tropas de paz para controlar la violencia en la ciudad. Murgía fue más allá y rompió con un tabú mexicano cuando pidió que EE.UU. enviara policías militares para ayudar. A principios de mes, unos 3.000 ciudadanos de Juárez realizaron una marcha de protesta. Algunos llevaron carteles que pedían que la armada y la policía federal se fueran.
Jorge Tello, el consejero de Seguridad Nacional de México, afirma que el gobierno destinó más recursos a combatir las drogas y la violencia en Ciudad Juárez que en cualquier otro lugar en México. "Hacemos todo lo que podemos", dijo Tello, que viaja a la ciudad todos los meses, pero admitió: "Necesitamos mejores resultados".
Ciudad Juárez tiene el aspecto y la sensación de ser una ciudad ocupada. Soldados con sus rostros cubiertos con pasamontañas y rifles automáticos o ametralladoras calibre 50, cruzan constantemente Ciudad Juárez en camionetas.
Los problemas de Ciudad Juárez comenzaron en 2008, cuando dos carteles de narcotraficantes se enfrentaron por el control del negocio en la ciudad. La confrontación cambió la vida allí. Algunas veces, asesinos a sueldo de ambos irrumpieron en hospitales para aniquilar víctimas heridas, así que ahora quienes son heridos por asesinos sólo son trasladados a tres hospitales de la ciudad que tienen seguridad extra. Los cortejos fúnebres también son blancos, así que las misas funerarias son más cortas y también tienen seguridad especial.
Los conductores que circulan temprano por la mañana muchas veces han sido saludados con el desagradable espectáculo de cuerpos desmembrados. Las autoridades afirman que las mujeres también se están convirtiendo en asesinas, y pueden tener sangre tan fría como los hombres.

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